Dedicado a los solteros católicos, y organizado por Paula Ortín y DIF de Valencia. Para los organizadores ha sido todo un éxito porque, aunque es cuantificable, lo más significativo es que “se ha cumplido plenamente el objetivo del congreso que era dar paz y esperanza. Además de que se han formado grupos de amigos estupendos unidos por esta experiencia que nos ha llenado tanto”, explica Paula Ortín, la organizadora del Congreso.
Las edades de los asistentes se encontraban entre los 22 y los 62 años, aunque el grueso estaba entre los 30 y los 50 años. Y las reacciones de los asistentes eran las esperadas y lógicas en estas situaciones: llegaban por la mañana con mucha timidez e iban tomando asiento. Al final del día les había cambiado la cara totalmente: estaban radiantes y preguntaban acerca de la próxima actividad. El congreso consistió en cuatro conferencias, una mesa redonda y muchos momentos para compartir experiencias y conocer gente.
En ellas se planteó que todos estamos llamados a la plenitud en cualquier condición, allí donde Dios nos haga fructificar, por lo que el viudo y el célibe tienen una misión en la Iglesia, en el trabajo y en el lugar donde viven: “La plenitud está en la entrega de sí mismo a los demás. La fecundidad no se agota en la procreación, todos estamos llamados a dar fruto”.
Concluyó sus palabras haciendo ver algo importante al los asistentes: “Hoy estáis todos aquí porque yo estoy soltera. Porque si yo me hubiera casado no me habría metido a organizar todo esto. Y veros aquí me hace feliz, me realiza”.