Aportan, por su consagración
religiosa, el testimonio de su entrega a Jesucristo y su disponibilidad plena para la realización de la misión común. Por su condición de sacerdotes hacen presente a Cristo Sacerdote y Buen Pastor, a través de la predicación, la administración de los
sacramentos y la guía espiritual. En comunión con todos, colaboran en la formación integral, la dirección y la proyección apostólica de los laicos, promoviendo la plenitud de su vocación bautismal y el liderazgo cristiano, y establecen las instituciones y emprenden las acciones que más puedan contribuir, en profundidad y en extensión, a edificar el Reino de Cristo en la sociedad.